domingo, 10 de septiembre de 2017

Santiago, el soñador.



Santiago era un pequeño ser, que habitaba en cuerpos celeste, esos que sin querer miramos por las noches, cuando la luz de la luna nos da algo de fortuna.

Santiago tenía alitas y un gran sueño, viajar a la tierra y dar un respiro, para saber lo que era estar vivo; Por eso, todas las noches sacaba a escondidas de su creador un telescopio con vista de ultra rayo láser y miraba a las madres que en sus vientres niños llevaban, imaginando como algún día podría estar en una barriga bailando mientras las estrellas alumbraban.
Una tarde el creador lo llamó y le dijo:
- Santiago pronto te pondrás mayor, necesitamos que las alas aprendas a usar, así que mañana saldrás por primera vez al universo explorar, pero recuerda que no podrás ir a otras galaxias, hasta que cumplas una edad apropiada y tu inducción este aprobada.
Santiago, se puso feliz, por fin su sueño podría cumplir.
- Practicaré mucho creador y prometo no acercarme al sol, solo tengo una pregunta, ¿tú crees que pueda ir a la tierra un par de meses? siempre he soñado con conocerla y esta seria mi chance para visitarla.
- Está bien pequeño, pero que no sea por mucho tiempo, lleva una mochila y procura no asustar, que ellos no saben lo cerca que podemos estar.
- No hay problema creador y así con solo un sueño partió, poder respirar y saber lo que siente que el oxígeno llegue al corazón y todo sea un solo ritmo en la constelación.
Al llegar a la tierra Santiago se debió camuflar y en el cuerpo de una madre tuvo que anidar. Desde su vientre conoció el mundo, probó la comida cuando en la guatita crecía, también conoció algo de la tristeza de su progenitora, pero más sintió sus risas y carcajadas, miles de mimos y el calor de la mano de su padre cada vez que en la barriga lo acariciaba.
Santiago tenía un propósito definido, él no quería ser niño, su madre al principio no podía entender y mucha sal de tristeza lo hacia beber, pero llegó el día en que ella comprendió y con alegría lo acogió, lo protegió, tanto que jamás se olvidarían aquellos dos.
Así pasaron nueve meses, los mejores que había tenido, siempre regalón y lleno de arrumacos...hasta que su madre decidió que debía nacer, que alegría más grande, pensó, por fin podré sentir el mundo en mi infinito ser…
Cuando Santiago salió de panza, solo pudo unos segundos sentir y respirar, que cosa más maravillosa, se dijo, esto es mejor que volar. Al mirar en el cuarto detuvo un instante el tiempo, observo lentamente a su madre, quien tenía una lágrima de emoción, que linda es, asintió, en la siguiente vida nos veremos por siempre amor.
Pasaron instantes y el tiempo tuvo que empezar a correr, rápido lo llevaron a otra habitación donde todos lo esperaban, sabían que su visita seria corta así que lo arrullaron y muchos besos en sus manitas le regalaron.
Santiago, cerro los ojos y nuevamente en ángel se convirtió, tengo que llegar rápido a mi hogar, recordó, o sino creerán que choque con un meteorito y me impedirán volar rapidito.
Al llegar a su mundo, el creador muy satisfecho lo esperaba, te estuve vigilando y volaste muy bien, te felicito pequeño, ahora otros mundos puedes conocer.
Santiago estaba feliz, esa tarde vio como sus padres fueron a despedirlo a una casa muy silenciosa, que lindos son, esbozo, menos mal que elegí a dos humanos hermosos como yo.
Desde ese día, Santiago tiene nuevos sueños que cumplir, pero cada momento es más feliz, porque sabe que alguien en la tierra lo quiere, así como el sol ama al mes de diciembre.

Fin
J.E. Manama

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